Que a San Martín le pesó la responsabilidad de los partidos claves en la Primera Nacional parece irrefutable. Luego de vencer a Patronato, lo que le daba la chance de depender de sí mismo para terminar en el primer lugar de su zona, el “santo” encadenó tres empates al hilo, y llega a la última fecha en el tercer puesto, dependiendo tanto del resultado propio como de dos ajenos.
De hecho, el propio entrenador, Pablo Frontini, reconoció la dificultad de afrontar las instancias decisivas con la presión en hombros propios. “Yo puedo hablar con los chicos y pensar que vamos a sobrellevar lo mejor posible la presión. Hoy los chicos llegaron cantando y saltando en el micro, pero cuando la pelota empieza a rodar, es algo que no se puede manejar. Posiblemente el que no haya sido futbolista profesional no va a entender lo que es jugar ante 30.000 personas”, expresó, en la conferencia de prensa post empate con Almirante Brown.
En Paraná, el “santo” había logrado lo que se le exigió en otros momentos del año, y que no había podido hacer: aprovechar los resultados externos favorables, y dar el golpe sobre la mesa. Tras esa gran remontada ante Patronato, el equipo de Frontini se ubicaba en el segundo lugar, a dos unidades de Almirante Brown, rival al que debía enfrentar luego.
Sin embargo, aunque parecía que ese podía ser un punto de partida para una gran racha positiva, finalmente no fue tal. En el siguiente partido, ante Güemes, en Ciudadela, San Martín jugó un muy flojo partido, y pudo haberlo perdido, aunque logró rescatar un empate sobre el final. Luego, le tocó viajar a Buenos Aires, para visitar a Deportivo Morón, y otra vez debió conformarse con una igualdad, en este caso sin goles. Igual que ante Güemes, fue clave la figura de Darío Sand para evitar la derrota.
Ayer, ante Almirante Brown, al “santo” se le presentó una nueva oportunidad de saltar a la punta, y quedar a un triunfo en la última fecha de jugar la final por el primer ascenso. En consonancia con lo visto en los dos partidos previos, los dirigidos por Frontini estuvieron lejos de su mejor nivel, jugando quizás el peor de los últimos tres cotejos, y volvieron a empatar 0-0, sin generar prácticamente jugadas de peligro, y salvándose por poco en un par de ocasiones.
Más allá de los resultados, lo preocupante para San Martín es el juego. Después del buen segundo tiempo ante Patronato, el equipo no logró reencontrarse con su mejor nivel. La defensa no terminó de dar garantías, más allá de que tampoco sufrió en demasía, y en ataque, el “santo” generó muy poco; sólo Sand pareció evitar el aplazo en los últimos cotejos. Es eso, principalmente, lo que deberá revertir Pablo Frontini y su CT: lo futbolístico, que parece atado, inexorablemente, a lo mental.
El panorama, ahora, quedó más que complicado. San Martín deberá no sólo luchar contra sus propias dudas para vencer a Defensores de Belgrano, que se juega el ingreso al reducido, sino que, además, debería esperar que tanto Agropecuario como Almirante Brown no se impongan en sus duelos ante Patronato y Temperley, respectivamente.
Si no se da esta combinación de resultados, lo que parece el escenario más potable, el equipo de Ciudadela deberá jugar el reducido por el segundo ascenso. Y allí, todos los partidos pasarán a ser decisivos; no habrá margen para el error. Por eso, intentar dejar de lado el contexto, y centrarse principalmente en sus propios problemas parece ser un camino viable para el “santo”.
De la forma que sea, San Martín deberá superar sus propios temores, dejar atrás las oportunidades perdidas, y asumir la responsabilidad que el contexto requiere. De lo contrario, será muy difícil aspirar a obtener ese segundo ascenso que le permita regresar, tras cinco años, a la primera división.